un viejo aire de triste melancolía cubrió mis párpados, y los cerré
Ví que estaba moviendo las piernas, pero no sabía a dónde ir...
Estaba solo en esa vieja avenida
estaba solo, triste, muerto de frío y vacío de toda ansiedad
no importaba si era de día o de noche, yo estaba ahí
y no estaba feliz... Porque ser feliz siginifica... que no puedes mirar atrás...
Pensé que si caminaba lo suficiente, me sentiría mejor... Grave error,
sólo recreaba mi realidad. Mi demonio más lejano... era el pasado, queriendo ser el presente...
no sabía si era de día o de noche, yo vagaba por ahí
con las manos en los bolsillos, la mirada baja y el cabello al aire...
“Sigue caminando”
y todo valdrá la pena, porque habrás recorrido el trayecto
que todo hombre desea conocer. El trayecto que la vida te impuso ahí
y tú lo tomaste de manera valerosa. Eres un héroe”, pensé...
Yo estaba mal. No había mejor tarea de compadecerse de uno mismo tras la tormenta de blanca arena y pensar que el viento limpiará tus culpas, tus miedos y tus sustos
pero no es así... Ni tú mismo lo quieres entender...
Sigue este sendero. Pronto llegarás al punto en el que volverás a pisar el mismo lugar en el que estás. La tarde será gris, las calles no tendrán luz. La noche llegará en silencio
y, aunque la penumbra no te deje mirar, y el cielo esté vacío de estrellas,
de albas sin colores y puestas ennegrecidas, continúa así.
Piensa que podrás volver a mirar. Piensa que podrás volver a amar.
Piensa que Dios te querrá. Piensa que Él te recordará.
Piensa... Tan sólo piensa... No todo está mal. Estás vivo. Puedes respirar.
