El tiempo ha dejado de avanzar. Ahora, ni siquiera el amor de mi familia puede levantar los miles de pedazos que dejé tirados y que antes fueron parte de mi alma. Las lágrimas que derramé, aun siendo hombre, han sido tan inútiles como el tiempo que perdí pensando cariñosamente en ti y en tu figura, tu cabello, y lo peor de todo... en tus ojos.
Ya no sé que hora es. Ya no quiero saber qué día será y ya no voy a ser un buen hombre. Me he cansado de ser un perdedor, de soportar la triste historia que habla de un triángulo amoroso y donde yo quedo como la esquina más olvidada. Todo terminó.
He estado soñando contigo; el dolor y la vigilia que te profesé me han abatido. Me han enfermado, sacado todos los ideales y sentimientos nobles que alguna vez otorgué a mis semejantes. Dejé todo a la deriva y no pienso salir de mi horrible realidad. Es tiempo de dejar el pasado REALMENTE en el pasado: caminar derecho, sin detenerme, olvidando a las que me juraron amistad sin decir palabra alguna, a los que me tendieron su mano, que ahora yo rechazo y aborrezco. No quiero saber más del mundo y de la bondad.
Para mi, Dios murió y ya no vendrá. Para mi, la historia dejó de ser interesante y se ha convertido en meras narraciones de ganadores y carentes de agonía. Para mi, se terminaron los buenos modales, los buenos deseos. Todo lo interesante en este pasar por el mundo concluyó aquella noche de invierno... Gracias a ti, yo dejé de vivir.
miércoles, 30 de enero de 2013
Supernova
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