"Eventualmente, amigo mío..."

El tiempo se ha detenido para tomar un descanso...

miércoles, 12 de enero de 2011

El Forastero

Si hemos hablado sobre viajar a otras partes del mundo, también podremos hablar de unos seres especiales que nunca se quedan quietos... Me refiero a aquellas personas que sólo los satisface el amanecer en otros lares... Contemplar los soles de cien países y navegar por todos los sitios conocidos por el hombre... Pero hablaré de uno en particular... Un hombre que rompió esquemas y creó las bases para el más grande viaje existente.

Todo comienza en una aldea olvidada por Dios... Un lugar tétrico donde las almas más pobres viajan tristemente acechados día a día por el hambre y sufrimiento... Muy pocos sobrevivían aquí, pero los fuertes que iluminaban a las demás criaturas eran considerados héroes eternos. Entre ellos existía un hombre de aspecto tenebroso y a la vez seguro; tenía una cabellera larga y negra, sus ojos estaban nublados y no tenían ese brillo que nos caracteriza a los seres vivos con alma. Su cara parecía demacrada por la aflicción que denotaba su pueblo. Los demás aldeanos veían en él a un ser diferente, una persona importante que ayudaría a los demás sin una razón aparente... Quizás era así.

Siempre vestía con una túnica andrajosa y sandalias casi desaparecidas, no tenía ninguna ambición en la vida salvo casarse y tener un hijo, sin importar el género. Y en ese entonces, a las pocas mujeres que quedaban de pie, les parecía más que un buen partido por el gran respeto y humanidad que este hombre poseía... Una de ellas, con cabellos rojos como el mismo Infierno y manos cálidas como las nubes, siempre quiso estar a su lado... Era muy tímida, pero escondía algo muy dentro de su alma... Un tesoro sagrado muy oculto en su interior.

El hombre, que no pasaba de los 40 años, era tranquilo y muy sereno; jamás se le vio haciendo algo indebido ni perjudicando a sus semejantes. Entonces, poco a poco empezó a pensar que necesitaba casarse para poder engendrar a ese ser que daría un poco de fe a sus creencias. Con el tiempo, se percató de la hermosa mujer de cabello rojo, y como todo ser humano impaciente, comenzó a cortejarla de la manera más lenta y serena de todas...

Pasaron algunos años antes de que esta pareja se casara, pero cuando esto ocurrió, todos los habitantes de la aldea comenzaron a saltar de emoción. El hombre que consideraban su líder, había contraído nupcias, y con lo poco que tenían, celebraron su boda. El tiempo pasó y por fin el hombre hizo realidad su mayor ilusión. Esa preciosa mujer dio a luz a un hijo varón. Curiosamente, sus ojos presentaban una hermosa heterocromía de negro y blanco, algo jamás visto en esos parajes...

Con los años y un poco de trabajo duro, el hombre criaba a su hijo de una manera ejemplar: Le mostraba el mundo como él lo veía y le enseñaba paso a paso a sobrevivir sin muchos percances. Por otro lado, su madre le mostraba el lado amable de la vida y sus bellas siluetas. Todo era bueno para este pequeño que creía y creía.

Los años pasaron, su padre ya era un hombre mayor, acabado y con poco entusiasmo, y su madre no se quedaba atrás. Este muchacho ahora tenía 25 años. Dentro de su alma, había algo que lo incitaba a dejar el lugar que lo vio nacer para progresar y conseguir un futuro mejor...

Un buen día, el joven dejó su hogar y emprendió lo que todos conocería después como El Viaje Eterno... Esta historia es sumamente larga y agotadora, pero les diré por qué esta entrada tiene ese nombre; este joven jamás tuvo nombre, por lo que muchas personas que lo miraban en sus constantes migraciones lo bautizaron como El Forastero... Pero lo que nadie sabe, es que no sólo viajaba de país en país... Sino de época en época...

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